->Viaje

Aquí los post de llegada o viaje.

Al salir del bosque vislumbra un pico montañoso. Encima de éste brilla un impresionante palacio.

- El Valhalla... Ya estoy cerca. -

Sigue por el camino, que se ha convertido en un valle helado. Una tundra fría y llana, igual por todas partes.
Siente un aullido en su interior y una presencia amenazadora. Un cosmos agresivo, pero no malvado.

- Qué es eso que siento? -

Alza su mano y comienza a tocar.

-Soy Mynn de Lyra, solicito pasar...

El rugido desaparece. Sigue caminando por el valle hasta llegar al inicio del pico. Se trata de una estrecha garganta, con un camino que lo atraviesa y asciende. Los laterales son unos escarpados precipicios imposibles de escalar.

Delante suyo, un espejo. Se mira y puede ver que detrás de su propia imagen, translúcido, se ve el camino.
Intenta pasar a través de él, pero no puede. No se atreve a golpearlo, no sabe que podría pasar.
De repente, examinando el espejo observa reflejado que algo se acerca por detrás de él.

Se gira rápidamente para ver como un tigre dientes de sable se está avalanzando sobre él. En un movimiento reflejo retrocede hacia atrás. El tigre se ha detenido y Mynn ha atravesado el espejo.

- Es otra armadura...-

Citación :

Por el espejo sólo se puede pasar con tu otro yo, el oculto, sin ver la realidad que tienes delante. Por eso debías girarte. Siento haberte asustado Caballero Eta. La Lyra puede pasar...

Se gira y se encuentra cara a cara con otra armadura igual.


PD: Luego sigo con el viaje. Me tengo que ir para casa, que ya he acabado de "currar" por hoy.

La armadura está igual de calmada que la de la entrada del palacio. No nota ninguna presencia.

El valle se alza a sus pies, blanco, yermo, helado.
De alguna manera e inconscientemente lo comparó con su vida, o al menos cómo lo había sido hasta ahora.
Una vida vacía, inerte, sin sentimientos, excepto cuando cantaba. Ahora todo tenía sentido.

- Hilda....- Su mente volvió a recordar los brillantes ojos de la representante de Odin al contemplar los destellos que arrojaba la nieve con el brillo del Sol.

- Pronto Moscú entonará una oda en vuestro honor y yo seré quien la cante para vos...

Las llanuras heladas tienen un brillo diferente. Sigue siendo plateado, pero flota una sensación extraña.
Cuando se encuentra ante el espejo la armadura del felino no está.

Nota como si el lugar estuviese más despierto, más completo...
Tal vez el guardián haya despertado.

- Espero veros pronto compañero de Asgard... Juntos derrotaremos al mal que azota la Tierra.- dice al tiempo que gira sobre si mismo para poder atravesar el espejo.

El acceso a través del espejo le lleva a las llanuras plateadas. El caballero que le acompañará aún no ha llegado.

Se sienta en el suelo y comienza a tocar una melodía, más para calmar su lucha interior que para avisar de su llegada.

Citación :

- Syd de Myzar Zeta, he venido a buscaros. Se nos requiere para una misión urgente. Soy Mynn de Eta, caballero de Lyra. Por favor presentáos ante mí.

Espera paciente la llegada de su compañero de misión.

Mynn sonríe ante la aparición de Syd sin dejar de tocar. Se permite complacerle unos minutos, escasos, pues es mejor no perder el tiempo, obsequiándole con una hermosa melodía. Después aparta la mano derecha de sus cuerdas y se la ofrece.

- Encantado Syd de Myzar Zeta. Es un honor luchar a vuestro lado.

Mynn le observa con sus pupilas rojas, intentando verle el alma. No percibe maldad en él, aunque sí una fuerza salvaje y natural.


Dicho esto se adentran en el bosque de los espíritus.

Entiendo, que extraño, bueno debemos darnos prisa ..

dicho esto comienzan a correr juntos ..

Cuando pisa la nieve de los dominios de Syd, cae en la cuenta de que no es consciente del tiempo que ha pasado.

- ¿Y si han pasado días o semanas? Para mí solo han sido horas, pero el tiempo puede transcurrir diferente en otros mundos…

Las llanuras, que siempre habían brillado plateadas bajo la luz del Sól, ahora resplandecían muy poco debido a los nubarrones que cubrían Asgard.
Se encoge en la sábana, protegiéndose como puede de la tormenta. Allí estaba totalmente al descubierto, ya que no había obstáculos que le cubrieran de los potentes vientos.

- Syd… hermano ¿Dónde estás?

Deseaba volver a verlo, estrechar su brazo y agradecerle su ayuda en el momento más duro de su vida. Pero sobretodo quería saber si estaba bien y si había conseguido salir con vida del Santuario.

Llega hasta el espejo de hielo y se concentra. Intenta detectar el cosmos de su compañero de batalla y… Sí, allí estaba… todavía estaba en el santuario.
Lo supo porque tremendas ráfagas de su familiar energía cósmica le llegaban desde allí.

- ¿Contra quien estará luchando? ¿Contra espectros, o contra los caballeros de Atenea?

Gira sobre sus talones y anda hacia atrás para atravesar el espejo…

Al llegar a las llanuras nevadas, cae en la cuenta de que había dejado de nevar desde que salió del castillo. Los nubarrones todavía cubrian el mortecino cielo de Asgard, pero ya no descargaban su furia sobre la tierra.

Enfrascado como estaba en su mundo interior, ni se había percatado de que no se estaba mojando ni de que no le era tan difícil avanzar.
Era como si la reina no quisiera verlo y se lo había puesto más difícil. Otro pensamiento blasfemo...

- Syd, vuelve pronto, por favor...

Saca su lira, que llevaba apoyada bajo el brazo y le dedica una canción en su santuario.

A lo lejos, comienzan a verse los primeros árboles del bosque de los espíritus. Un poco más y llegaría a sus ruinas...

Al llegar a las llanuras piensa de nuevo en Syd. Aún no había regresado.
Quizás no pudiera verlo antes de que volviese de su incursión al Santuario, ya que si tardaba mucho, quizá él mismo hubiese marchado a Moscú.

- Al menos tú estarás protegiendo a Asgard, Syd… Sé que en tus manos estará a salvo.

Inclina la cabeza en señal de respeto ante el espejo que cubre ambas entradas y salidas de los puestos de guardia de las armaduras dobles y se gira para pasar a través de él.

Cuando entra en las tundras heladas aún no ha llegado Syd.

- Bueno, lo encontraré de camino a la salida…

Corre, dejando huellas en la brillante nieve. Sin embargo, al cabo de tres pasos, toda huella tras de sí desaparece, dejando el lugar como si nunca hubiese pasado nadie.

- Es curioso, nunca me había fijado en ese efecto. Es como si fuesen unas eternas tierras vírgenes de caza.

A lo lejos vislumbra el bosque de los espíritus.

- ¡Espera, caballero! - oye Mynn a sus espaldas.

Extrañado, se gira hacia atrás y observa un guerrero de Asgard que se dirige corriendo hacia él. Cuando llega a su lado se inclina en señal de respeto, mientras respira ahogadamente.

- ¿Qué ocurre? - le dice preocupado el caballero escarlata.
- Nuestra señora Hilda ha decidido que en vuestras condiciones actuales es muy difícil que cumpláis vuestro cometido. El caballero Syd de Myzar Zeta os substituirá en esa misión.
- Pero…
- Vuestra prioridad ahora es reparar vuestra armadura sagrada para poder servir con plenas facultades al dios Odin. - le dice el guerrero interrumpiéndole - Se me ha ordenado que os entregue esto.

De debajo de su armadura plateada saca una bolsita de cuero blanco. Mynn la coge con su mano izquierda y vierte su contenido sobre su diestra. En ella brillaban tres discos dorados plagados de energía cósmica. Eran los doblones de oro del tejido de la realidad.

- De acuerdo, guerrero. Dadle las gracias a Hila y decidle que cumpliré con esta nueva orden.
- Sí, caballero de Eta - le dice con un gran respeto en su mirada. Después se gira y corre de nuevo hacia el palacio del Valhalla.

Cuando se queda sólo, aprieta las monedas de su puño. Siente una profunda decepción con esta nueva orden. Aunque sabía que era lo mejor, no puede evitar pensar en que le habían arrebatado un cometido que le pertenecía.

- Había prometido a las gentes de Moscú que les protegería… He vuelto a fallarles.

En el fondo, sabe que Syd les defenderá mejor que él en sus actuales condiciones.

Ya sin prisa, se introduce en el bosque.