->Viaje

Aquí los post de llegada o viaje.

Después de correr durante un buen rato por los caminos helados, llega a un bosque.
El bosque está cubierto de nieve, como el resto de la región, pero algo se respira en el ambiente.

- Que extraña sensación... -

Parecía que el bosque estuviese vivo, que lo observase. No le gustaba nada esa sensación, por lo que aceleró el paso.

De repente, unos tentáculos salen de la nada y lo apresan con fuerza.

- No los he visto venir... mmmghh ... Pero ¿qué es esto? -

Observa que se trata de ramas y raíces de árboles, las cuales, al sentir la resistencia, comienzan a apretar aún más. Siente como si fuese a explotar. Si no fuese por la resistencia de la armadura, ya estaría muerto.

- La armadura...-

Como puede, arranca un desesperado acorde de las cuerdas de su lira. Un hermoso sonido surge. Extrañamente, se da cuenta de que las diferentes melodías no tiene que ver con las notas que pulse, sino con la intensidad e intencionalidad de su cosmos.

Las ramas salen destrozadas, esparcidas por todas direcciones. Mynn cae al suelo. Respira con angustia, por poco muere asfixiado.

Cuando por fin puede abrir los ojos, se encuentra cara a cara con una armadura. Pega un tremendo respingo, preparado para un ataque, pero la armadura no se mueve. Está reposada encima de un lecho de cristales de amatista.

Su propia armadura vibra, como reconociéndola.

Citación :

Bienvenido, Caballero de Eta. La Lyra puede pasar...

El portador de esa armadura no estaba (él no se sentía atraído por ella como lo fue con la suya), sin embargo despedía un gran poder y sintió que estaba esperando.

- No puedo detenerme...- continúa corriendo y en pocos segundos vislumbra el final del bosque.

Al llegar al bosque lo encuentra diferente. Como el resto de lugares.

Los pajaros se escuchan aletear, aunque no se ven, y el viento se mueve entre los árboles. La última vez nada de eso sucedía. Por eso le pareció tan extraño, ahora se da cuenta.

Cuando se encuentra con la armadura, ésta está confinada en el interior de un ataud de amatista. Apenas se puede ver.

- Espero veros pronto, amiga... - Voy a reclamar lo que nos corresponde como hijos de Odin.

Acaricia el ataud con la mano izquierda, mientras que se lleva la derecha al corazón.

Esta cerca de su "casa"...

Sus pasos le conducen hacia el bosque de espíritus.

El aire helado resuena entre los árboles y en ocasiones parece el lamento de un moribundo.
No puede evitar el pensar en las miles de personas muertas en Moscú... Cuantas madres, hijos y maridos habrían muerto a manos de algún desgraciado...

Aprieta los puños y se clava las uñas en las palmas.

- Odin, ¡dame fuerzas para vengarlos!

Se cruza con el ataud de amatista que permanece en el mismo sitio que la última vez. Inerte.
La saluda con una inclinación de cabeza y se dirige hacia las llanuras heladas.

Mynn cruza las lindes del bosque de los espectros. Cuando lleva unos minutos caminando, comienza a una pequeña tempestad de nieve.

Aunque está acostumbrado al frío, nota y mucho la diferencia de temperatura al no estar protegido por la armadura de Asgard.
Su improvisada túnica revolotea a su alrededor con el viento y poco a poco se va empapando y pegándosele al cuerpo.

- ¿Dónde estáis protectores de Odín? - piensa cuando pasa al lado del ataúd de amatista que guarda en su interior la armadura de Delta.

El camino se hace duro, pero no acelera demasiado el paso. En su interior teme el enfrentarse a Hilda de nuevo y eso le hace disminuir la velocidad inconscientemente.
Al cabo de un buen rato vislumbra el final del bosque y el inicio de las tundras heladas…

El camino entre los árboles serpentea como siempre. Parece, que cada vez que pasa el camino cambia.
No siente miedo, pues sabe que el bosque lo reconoce como un aliado, pero le parece un fenómeno inquietante.

Algunos arboles tienen forma de monstruosas criaturas y le parece ver las caras de espectros observándole, acechándole para saltarle encima.
Un pajaro revolotea encima suyo sobresaltándole. En un movimiento reflejo, arranca una nota de la lira, que provoca la muerte en el acto del pájaro.

- Odín... ¿Qué me está pasando? Mis dudas me están matando. El arpista del alma no puede perder así su convicción... Es el caballero con el corazón más controlado... - piensa arrepentido mientras mira el cadáver del pobre ave en el suelo.

El bosque se agita nervioso tras la muerte del pájaro. A Mynn no le gustan los ruidos que oye, los árboles están enfadados. No se atreveran a atacarlo, por respeto a quién es. Al menos por el momento...

Acelera el paso, para pasar cuanto antes ese lugar.

Llega corriendo hasta el bosque de los espíritus. Por suerte el camino ha sido rápido y tranquilo. No había vuelto a nevar desde el último ascenso al palacio.

En el bosque reina un silencio sepulcral y parece un poco más siniestro aún si cabe, de lo normal. Aún así, Mynn ya no sabe si es un augurio de malos tiempos, o simplemente su imaginación que refleja la intranquilidad de su espíritu.

Pronto y sin aflojar el ritmo, llega al final del bosque. Estaba lleno de fuerzas renovadas.
De alguna manera, el tener un objetivo, una dirección en la cual avanzar, le hacía fácil el ascender hacia su reina. Sabe que está indefenso sin su armadura, pero deseaba poder hacer algo.
La inactividad lo estaba volviendo loco. No porque fuese una persona belicosa, nada más lejos de la realidad, pero saber todo lo que estaba pasando y no hacer nada después de los últimos días vividos, acabarían acabando con su cordura si permanecía en su templo.

- Las llanuras…

Una vez en el sendero del sombrío bosque, siente el calor de las monedas en sus manos. Debía darse prisa en recuperar su armadura.

El poder de Moscú se va debilitando por momentos. Nota como las fuerzas de los guerreros allí apostados va desapareciendo. No podrán aguantar mucho más.

- Corre Syd - dice al viento

Los árboles van haciéndose menos densos hasta que poco a poco van desapareciendo. Las columnas de cristal de su templo le dan la bienvenida entre destellos.

- Vamos allá. Debo hacer llegar mi armadura hasta Mu de Aries. Él sabrá repararla.

Abandona el bosque y se introduce en su santuario.